Es como cuando respiras su voz tan cerca y te alimentas de
suspiros que guardan mensajes subliminales... solo tienes que abrir
los ojos para ver la realidad que te enreda entre sus brazos. Te cose
una cadena al pecho, de esas que aprientan fuerte. Pero el corazón
sigue bombeando porque no hay latido que se le escapa, y menos
cuando existe algún motivo por el que perder el pulso.
Ya no habrá mas 14 de febrero. Nunca.
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